
El ‘síndrome de la cabaña’
Desde hace unas pocas semanas, hemos comenzado a llevar a cabo eso que los políticos y los técnicos han denominado “la desescalada”. En nuestro país, esta desescalada se está realizando en varias fases para que poco a poco las personas vayan retornando a eso que han denominado “nueva normalidad”. Esa a la que llegaremos con medidas de protección como las mascarillas, el distanciamiento social y la restricción de congregación de personas hasta que la pandemia del COVID19 esté controlada, ya sea mediante algún tratamiento o la tan esperada vacuna. Sin embargo, esta desescalada y esa recuperación de la normalidad de volver a la calle, al trabajo, ir a un bar o cafetería, al cine o a un concierto, a reunirse simplemente con amigos o familiares, etc., es algo que para muchos va a ser y está siendo muy complicado, especialmente para aquellos que han vivido algún caso cercano o aquellos a los que han incluido en eso que denominan “grupos o población de riesgo”; diabéticos, hipertensos, personas con problemas cardiovasculares y principalmente, personas de edad avanzada, pues ha quedado demostrado que son los que mayormente sufren los efectos más agresivos atribuidos a este virus. Esta imposibilidad o dificultad para retornar a la vida normal, es algo que para muchos está generando una gran ansiedad. Esta ansiedad e inquietud por el hecho de tener que volver a salir a la calle, es lo que los especialistas denominan “el síndrome de la cabaña”. En definitiva, este síndrome no es más que la manifestación del miedo que produce cambiar de entorno, incluso aunque este último fuese mejor. Más aún cuando día tras día se está transmitiendo el mensaje de que el virus sigue ahí, que no ha sido derrotado, que hay que tener mucha precaución. Por lo tanto, muchas personas tienen miedo a contagiarse y temen por su salud y su vida. Y aunque estén hartos de permanecer en sus casa encerrados, aburridos, tristes…lo prefieren antes que exponerse a ir a cualquier lugar donde pueda haber otras personas. En las personas mayores esta fobia se da incluso con el miedo a lugares donde haya niños, pues en cierta forma nos los han situado como los potenciales contagiadores asintomáticos de este virus.
Los expertos dicen que este “Sïndrome de la cabaña” puede hacer que la persona sufra crisis nerviosas, episodios depresivos y sobre todo, una gran cantidad de pensamientos negativos irracionales que lo atormentan y hacen sufrir de manera significativa. De hecho, este síndrome se da mucho en personas que han estado mucho tiempo ingresadas en hospitales o en cárceles. En todos estos casos, la persona lo que experimenta es un miedo profundo, falta de seguridad y ansiedad ante la situación de tener que cambiar de ambiente. Este acontecimiento de haber tenido que pasar estos meses confinados, hace que nuestro sistema nervioso se acostumbre a sentir que estamos seguros sólo en nuestra casa, en nuestra habitación de hospital o en donde estamos encerrados.
¿Por qué lo llaman “Síndrome de la cabaña”? Los primeros casos de este síndrome empezaron a documentarse a principios de siglo XX. Los investigadores detectaron que había muchas personas que pasaban meses aisladas en cabañas de zonas despobladas, o personas como los fareros, que solían tener estos síntomas característicos. Debido a este hecho es por lo que recibe ese nombre de “Síndrome de la cabaña”.
¿Y por qué se produce? Cuando pasamos un tiempo aislados, recluidos, confinados…nuestro cerebro se acostumbre a un ambiente concreto, que es con el que la persona únicamente interactúa. Este hace que ese ambiente se convierta en una parte fundamental para esa persona, desconectándose del mundo exterior a este ambiente. Convirtiendo todo lo que está fuera de ese ambiente en algo desconocido, incierto, peligroso que nos puede perturbar bastante, generando esa ansiedad a tener que exponerse a una situación de peligro o inseguridad. No es que la situación real sea esa, pero es la manera en que mentalmente la persona la vive para protegerse.
Los síntomas más característicos de padecer el “Síndrome de la cabaña” son:
- tener un mayor cansancio de lo habitual; es una manera de postponerlo: “ya saldré mañana que hoy estoy cansadísimo”.
- Dormir de manera excesiva; “prefiero dormir para no tener que plantearme tener que salir”. Es una especie de hibernación artificial; como los osos. “Ya saldré cuando la cosa esté mejor”.
- Entumecimiento de los miembros superiores e inferiores. Ciertamente la falta de ejercicio, aunque sólo sea andar, tener que desplazarnos… hace que perdamos masa y fuerza muscular. Pero esto se recupera moviéndose. En el fondo es mantener a tu cuerpo en esa situación de parálisis, de no querer moverse. Y tu cuerpo hace lo que le ordenas. Entumecerse, para que te cueste ponerlo en marcha.
- Otra característica es la falta de concentración y problemas de memoria. El aislamiento, la falta de comunicación y de interacción con otras personas, con otros lugares, hace que tu interés y tu atención disminuyan.
También son muy habituales la gran cantidad de pensamientos negativos que causan un gran sufrimiento en la persona. De alguna manera es tu mente más primitiva intentando convencerte de que estás ante un peligro y que debes de quedarte donde estás. Y esto lo hace haciendo que una persona con este síndrome:
- tenga dificultad para experimentar emociones agradables. Ya no sólo cuando salga, sino en el simple hecho de pensar en abandonar su casa.
- Tampoco encuentra motivación para salir. “¿Para qué voy a salir? No me hace falta. Si me lo traen a casa.”
- Experimenta una profunda tristeza.
- Por supuesto tiene un gran miedo a salir al exterior. Es un ambiente tóxico. Te puedes envenenar. Te puedes contagiar. Está sucio.
- Y claro, padece una gran ansiedad, ese miedo a lo desconocido, a lo que esté por venir, a lo que pueda pasar…Y esto hace que coma de manera excesiva o tenga una alimentación basada en azúcares y dulces. Durante el confinamiento, los alimentos que más se han consumido han sido refrescos, snacks, pastelería industrial, harinas y azúcar. Es una manera de “endulzarse la vida” como forma de huir de la realidad.
¿Qué puedo hacer si estoy sufriendo el “Síndrome de la cabaña”? ¿Cómo afrontarlo?
Los profesionales y terapeutas sabemos que para esto no hay una fórmula mágica, ni una pastilla. Sabemos que la estrategia única que cabe es abordar, solucionar el problema. Y la manera de abordar este miedo, no es otra que ir exponiéndose a él de una manera gradual. Por tanto no se trata de que mañana salgas a la calle como si no hubiera pasado nada y dando besos y abrazos a todo el mundo, ve afrontando tu salida poco a poco. Si antes sólo salías para ir al supermercado a comprar el pan, hoy date previamente un paseo de 20 minutos y luego lo compras. Otro día párate en un bar y tómate un café. Otro día ve a la peluquería. La siguiente semana comienza a volver a ir a tus clases de yoga, pintura o lo que te guste hacer. De esta manera irás afrontando de frente tu miedo, ganarás seguridad y confianza en ti mismo.
De todas formas, conforme la pandemia vaya remitiendo y la situación se vaya normalizando, con posibles altibajos, seguro que esta condición, este síndrome se irá disipando. Así que si lo estás padeciendo, tampoco te obsesiones, no te va a llevar a perder el control. En cualquier caso, si te está produciendo una ansiedad fuerte, es bueno que busques el apoyo de profesionales y terapeutas que te puedan ayudar y hacer más fácil tu adaptación.
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